jueves, 3 de octubre de 2024

Identidad y Relativismo: Reflexiones sobre la Modernidad Actual




En el libro El Mundo de las Ideologías, escrito por José R. Ayllón, se afirma: “Privadas del horizonte trascendente, las ideologías han propiciado tiempos de nihilismo y pérdida de sentido”. Este vacío de sentido ha dado lugar a lo que Zygmunt Bauman denomina “modernidad líquida”, una metáfora que describe la naturaleza volátil y cambiante de la sociedad contemporánea. En esta modernidad líquida, las estructuras sociales, los valores y las identidades ya no son sólidos ni estables, sino fluidos y temporales. Bauman argumenta que esta transformación ha llevado a una disolución del sentido de pertenencia social, donde los vínculos humanos son cada vez más precarios y transitorio. 

A medida que exploramos las implicaciones de esta modernidad líquida, dos productos clave emergen en la discusión contemporánea: la corrección política y la posverdad. En una sociedad donde se rechaza la idea de que una cultura, sociedad o persona pueda ser superior a otra, surge el principio de que “todas son respetables”. Sin embargo, esta postura puede llevar a acuerdos sociales y éticos que son parciales y temporales, careciendo de un fundamento sólido.

En el contexto de la corrección política, el debate sobre el uso del lenguaje inclusivo ha cobrado fuerza en diversos ámbitos, como el académico y el político. Algunas universidades han adoptado el uso de "e" o "x" en lugar de "o" para referirse a grupos mixtos (por ejemplo, "todxs" o "todes"). Si bien esta práctica busca evitar el lenguaje considerado excluyente hacia personas no binarias, ha generado controversia entre quienes argumentan que limita la libertad de expresión. Un ejemplo notable es el caso en Argentina, donde se ha prohibido el uso de este tipo de lenguaje en las instituciones gubernamentales en pro de la corrección del idioma, lo que contradice la corrección política al volver irrelevantes a los “ofendidos”.

Por otro lado, al considerar la posverdad, es importante reconocer cómo esta se manifiesta en nuestra percepción colectiva. La posverdad, como eufemismo del relativismo, se refiere a la tendencia a sostener la falacia de que todas las opiniones son igualmente válidas. Esto genera una difuminación de la verdad, donde las interpretaciones personales se equiparan con los hechos objetivos. Friedrich Nietzsche lo anticipó al afirmar: “No hay verdades, solo interpretaciones”. Esta cita resuena en este contexto al describir la raíz filosófica de la posverdad: la ausencia de una verdad universal en una sociedad que privilegia percepciones subjetivas por encima de hechos verificables. De acuerdo con la RAE, la posverdad es la “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”. Un linda manera de llamar a la no-verdad. 

En un artículo titulado “10 apuntes sobre la posverdad”, Daniel Gascon señala: "Vivimos en un mundo con demasiadas verdades, donde la información rigurosa y la mentira conviven, dificultando las diferencias y creando una visión cínica", lo que explica cómo todo es fiscalizado por una especie de fiscalia de lo “correcto”. 

Esta falta de un consenso objetivo sobre lo que constituye la verdad abre el camino para que surjan otras dinámicas sociales, como la corrección política, que busca establecer normas sobre lo que se puede y no se puede decir en el discurso público.

En este marco de posverdad, durante las elecciones presidenciales de 2018 circularon numerosos rumores y noticias falsas sobre los candidatos a través de redes sociales. Por ejemplo:

  • Se afirmaba que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) planeaba otorgar amnistía a criminales.
  • Ricardo Anaya fue objeto de acusaciones sobre su presunta participación en actos de corrupción relacionados con la venta de un inmueble.
  • Se generaron rumores acerca de la manipulación de encuestas para favorecer a José Antonio Meade.

Estas afirmaciones infundadas influyeron en la opinión pública y ejemplifican cómo la posverdad puede prevalecer sobre los hechos concretos en el discurso político. Martín Montoya, Profesor de Filosofía en la Universidad de Navarra sostiene que "El fenómeno de la posverdad se produce cuando los hechos objetivos son menos influyentes en la formación de la opinión pública que la apelación a las emociones y creencias personales"

Dentro de este marco, la corrección política actúa como una especie de "religión secular" que domina el discurso público y censura cualquier transgresión. Aunque su intención es proteger a diversos grupos sociales, su consecuencia ha sido el alejamiento de los valores tradicionales del espacio público. El rasgo más preocupante de la corrección política es su intolerancia y su tendencia a reescribir o seleccionar la historia según conveniencias ideológicas. La corrección política impone una especie de mandatos  sobre lo que puede ser dicho, lo que puede llevar a la censura y a una intolerancia hacia las opiniones divergentes.

Al abordar las dinámicas sociales, Gilles Lipovetsky, por su parte, sostiene que hemos ingresado en la “época del posdeber”, donde la sociedad desprecia la abnegación y fomenta los deseos inmediatos. En este contexto, el deber como virtud moral central es reemplazado por una búsqueda constante de gratificación personal. La idea del “posdeber” implica que las obligaciones tradicionales han sido despojadas de su peso moral y se han vuelto irrelevantes en un mundo donde se prioriza el placer individual sobre las responsabilidades colectivas.

En este entorno, cualquier ética basada en el deber aparece como una imposición fanática y fundamentalista para quienes priorizan la libertad individual por encima de todo. La noción de un "deber" rígido y objetivo es vista como opresiva, reflejando así la crisis de valores que Lipovetsky y otros pensadores observan en la posmodernidad.

Finalmente, vivimos en un estado de perpetua zozobra, donde la falta de certezas y la relativización de principios fundamentales generan inestabilidad tanto a nivel individual como social. La búsqueda constante de identidad en un mundo líquido se convierte en un desafío diario; nos encontramos atrapados entre el deseo de pertenecer a un grupo y la realidad efímera de nuestras relaciones.


Ver para mayores referencias:

Daniel Gascón, 10 apuntes sobre la posverdad, https://letraslibres.com/politica/10-apuntes-sobre-la-posverdad/ Gilles Lopovestky, El Crepúsculo del Deber.

José R. Ayllón, El mundo de las idíologica

Martín Moya, La era de la posverdad, la posveracidad y la charlatanería, https://www.unav.edu/web/ciencia-razon-y-fe/la-era-de-la-posverdad-la-posveracidad-y-la-charlataneria

Zigman Bauman, Modernidad Liquida.

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